Desde la puesta a punto de la fecundación in vitro en 1978 se han estado utilizado en la misma generalmente embriones frescos. Sin embargo, su uso tiene la dificultad de la inmediatez con la que hay que actuar. Por ello, en la última década se ha implementado la utilización de embriones humanos congelados. Ante ello, la pregunta que surge es si los índices de embarazos y nacidos vivos utilizando embriones congelados mejora o disminuye el de los embriones frescos.
Los resultados de diversos ensayos, generalmente de pequeño número de pacientes, sugerían que con embriones congelados se podían mejorar los índices de embarazos o nacidos vivos obtenidos con embriones frescos (citas 3 y 4 NEJM).
Con fecha 11 de enero se ha publicado un artículo en el New England Journal of Medicine en el que se valora esto. El trabajo incluye 782 mujeres infértiles, sin padecer ovario poliquístico, que fueron sometidas a uno o dos ciclos de fecundación in vitro con embriones tanto frescos como congelados. Los embriones frescos eran de 3 días de vida. Los embriones congelados fueron calentados el mismo día que se iba a hacer la trasferencia. Cuando se utilizaron embriones frescos se implantaron dos en el ciclo de estimulación.
Después de haberse completado los correspondientes ciclos se consiguieron 142 embarazos en 391 mujeres (36.3%) en el grupo de embriones congelados y 135 de 391 mujeres (34.5%) en el de embriones frescos. Así mismo, el grupo de nacidos vivos en la primera transferencia embrionaria fue de 33.8 % en el grupo de embriones congelados y de 31.5% en el de embriones frescos, por lo que lo autores opinan “que la trasferencia de embriones congelados no mejora significativamente los índices de embarazos y nacimientos con relación a los embriones frescos”.