Un tratamiento osteopático a tiempo es la ayuda que necesita el cuerpo del niño para continuar su desarrollo con equilibrio.
El trayecto de 12 centímetros desde el claustro materno al mundo exterior es un viaje arriesgado que puede durar hasta quince horas entre dilatación y expulsión. Durante el parto se comprime el cráneo del bebé. La forma de la cabeza puede cambiar y los huesos del cráneo pueden llegar a superponerse. El cuello y el cuerpo entero se someten a una serie de tensiones.
Los estudios del Osteopathic Center for Children, en San Diego (Estados Unidos), dirigidos por Viola Fryman, señalan que un 78% de los recién nacidos presentan importantes tensiones de las membranas y articulaciones, incluso en casos sin síntomas aparentes.
Dos mundos se superponen, el bebé desde dentro y la madre desde fuera, en este viaje milagroso.
Durante el embarazo, el equilibrio del cuerpo y la mente de la futura mamá cambia. En el aspecto físico, el feto está encajado en el útero con poco espacio y, en el aspecto mental y emocional, se crea un vínculo muy profundo entre la madre y el hijo.
También se pueden recibir influencias estresantes desde el exterior (trabajo, ocupaciones, familia…). Muchos factores van a influir en el momento del parto y van a condicionar que puedan hacer que no todo sea tan sencillo como desearíamos:
- El uso de fórceps o ventosas para la extracción del bebé.
- El cordón umbilical puede dar la vuelta alrededor del cuello.
- Cuando el bebé se presenta en una posición distinta a la normal (de nalgas, con un brazo por delante, etc.).
- El parto por cesárea, que no está libre de tensiones.
- La anestesia epidural a menudo impide que la madre dirija adecuadamente las contracciones.
- La tensión emocional de la madre se traslada al cuerpo.
Como consecuencia, a veces los niños presentan asimetrías en la forma de su cabeza o en el movimiento de sus brazos y piernas. Pueden sufrir tortícolis.
Tardan en succionar para comer, lloran excesivamente, son demasiado sensibles a cualquier estímulo, sufren alteraciones digestivas, dificultades respiratorias, problemas en ojos y oídos, desarrollo lento o irregular, dificultades para dormir, etc.
Otras veces los síntomas aparecen cuando el niño empieza a ir al colegio. Hiperactividad, dificultades para mantener la atención o aprender son alteraciones cuyo origen puede remontarse al nacimiento.
El cuerpo del bebé o el niño puede somatizar conflictos donde el componente emocional es muy importante.
El cuerpo es capaz de normalizar o compensar muchas tensiones por sí mismo, pero la corrección osteopática va a ayudar en el proceso. En algunos casos la intervención del osteópata puede ser fundamental para evitar complicaciones más graves.
Las técnicas muy suaves y delicadas que utilizan los osteópatas craneosacrales restauran la movilidad y función de los tejidos, sobre todo en torno al cerebro y la médula espinal.
De esta manera, el tratamiento apoya el buen funcionamiento de lo que en osteopatía se llama el «ritmo craneosacral».
Una sesión de osteopatía craneosacral para bebés
Durante la sesión, que dura unos so minutos, el terapeuta efectúa en primer lugar un examen que complementa el del pediatra. Luego, el tratamiento se realiza en la camilla.
Mediante sutiles manipulaciones de los huesos de la cabeza se desbloquean las suturas y las fascias internas del cuerpo. Actúan también sobre puntos fisiológicos y energéticos importantes: complejo sacrococcígeo, plexo solar, cavidad torácica, cuello…
El terapeuta no impone nada sobre el cuerpo del bebé o niño, sino que ayuda al «poder autocorrector» del organismo.
Por otra parte, es importante la habilidad del terapeuta para sintonizar con el bebé y la madre. Puede mantener todo el rato el contacto visual con el bebé y susurrarle sonidos suaves. En algunos casos el bebé necesita el contacto con la mamá y el tratamiento continúa mientras ella lo acoge en brazos.
Para conseguir los mejores resultados se recomienda que el tratamiento se realice cuanto antes, aunque es eficaz a cualquier edad. También es aconsejable que la madre se trate antes y después del parto.
¿Cuándo se debe ir al osteópata?
Se recomienda acudir al osteópata cuando el bebé se encuentra a menudo irritado, llora excesivamente y no mantiene et contacto ocular. La osteopatía le ayuda a superar traumas emocionales que a veces están relacionados con experiencias vividas por la madre durante el embarazo o el parto.
Las dificultades para hablar o tragar se resuelven actuando especialmente sobre el nervio glosofaríngeo. Una mala succión puede resolverse al calmar el nervio hipógloso. Los cólicos, el estreñimiento y otros problemas de digestión como regurgitaciones, vómitos y gases se tratan con técnicas que eliminan la irritación del nervio vago.
La hipersensibilidad a cualquier estímulo y problemas comunes en bebés como el estrabismo o las afecciones de oídos responden positivamente al tratamiento. La tortícolis o las deformaciones de la columna se tratan con maniobras precisas.
La salud general del bebé resulta fortalecida.